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San Romero de América

Un beato nuestro, un beato para la unión Este mensaje claro y contundente fue ampliamente desarrollado por el cardenal Angelo Amato, no so...

viernes, 18 de noviembre de 2016

Ciudad Barrios La Cuna del Mártir

Visita Ciudad Barrios, La Cuna del Mártir, Beato Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

Romero's Tour City - La Cuna del Mártir - Recorrido


A continuación se presentan algunas fotografías de los lugares que visitamos con el Romero's Tour City, en cada uno de ellos se conocen a fondo diferentes etapas de la vida del Beato Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

Iglesia Roma, donde Monseñor Romero ofició su primera misa.
El templo de Roma fue declarado patrimonio por la Secretaría de Cultura de la Presidencia.


Propiedad donde estuvo edificada la casa de monseñor Óscar Arnulfo Romero, en Ciudad Barrios, San Miguel.

La dueña de la propiedad es, desde 1976, la Cooperativa de Cafetaleros de Ciudad Barrios de R.L. la casa quiso ser adquirida por la Iglesia Católica pero las negociaciones fueron suspendidas por el elevado precio que exige la cooperativa.


El Romero's Tour City contempla la visita a la Ciudad Natal de Monseñor Romero, entre ellos la visita a la Parroquia de Ciudad Barrios Ubicada en el Centro de la Ciudad.


Otro de los lugares emblemáticos de Ciudad Barrios es la Estatua en el Parque Central del Municipio, lugar donde muchos feligreses se avocan para pedir plegarias al Beato Romero.

El turismo religioso que rodea a Monseñor Óscar Arnulfo Romero se centra en la Ciudad natal del Beato Romero, actualmente la alcaldía y la iglesia católica se esfuerzan por realzar y a traer feligreses al municipio, con el fin de dar a conocer el Martirio de Monseñor Romero.
"Que bien responden los pueblos cuando se le saben amar" reza la frase de esta estatua del Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero, situada frente al Monumento al Salvador del Mundo en San Salvador.

La cripta de Monseñor Romero en la Catedral Metropolitana es uno de los principales lugares, en ella reposan los restos del ahora Beato Monseñor Romero.

martes, 15 de noviembre de 2016

Los Salvadoreños tenemos un Beato

Lo que dicen los salvadoreños sobre monseñor Romero

En el contexto de la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero estas son algunas opiniones de salvadoreños



Lo que dicen los salvadoreños sobre monseñor Oscar Arnulfo Romero:

"Es un santo y es nuestro, me hizo muchos favores" - Julia de Escamilla, de 70 años.

"(En el extranjero) Saben que era un santo" más que en El Salvador - Silvia Guillén, una de las encargadas de atender a los peregrinos que visitan la tumba de monseñor Romero, entre los cuales figuran muchos extranjeros.

"No lo conocieron, y no lo quieren conocer. Basta con leer su diario, escuchar sus homilías. Era un cura bueno" - Carlos Castillo, estudiante universitario de 23 años que niega que monseñor Romero tuviese inclinaciones izquierdistas.

"Vine donde monseñor, le pedí que me ayudara, que si tenía que sanar me sanará, y él me lo concedió. Estoy sana y lo voy a documentar" - María Fuentes, de 57 años, quien dijo que tenía una grave enfermedad y monseñor Romero la curó.

"Vengo a recargar energía" - Alma Dinora Aguirre, durante una visita a la cripta de monseñor Romero.

"La gente que arrastra prejuicios o no lo acepta por completo prefiere evadir a decir algo en su contra. Hay gente en la que la parte ideológica prevalece" - Padre Luis Ayala, párroco de la iglesia San Benito.

"A monseñor Romero se le cayó el velo de los ojos poco a poco" - Monseñor Ricardo Urioste, que fue su vicario general en el arzobispado de San Salvador, quien dice que Romero siempre estuvo cerca de los pobres, pero que durante los tres años en que fue arzobispo se dio cuenta de que las raíces profundas del conflicto se centraban en la injusticia social.

"Somos retóricos y necios... No ayuda ser retórico. Desde 1992, en que se firmaron los acuerdos de paz, aquí no se ha matado a nadie por política. Si no hay educación y continúa la injusticia social, habrá una sociedad dividida y polarizada" - Roberto Cuéllar, ex director del Socorro Jurídico, que ayudaba a monseñor Romero a verificar las denuncias de violaciones a los derechos humanos.
"No me meto en política, pero viendo a los políticos creo que es difícil eso de la reconciliación", Marlene Centeno, una mujer de unos 30 años que dijo ser empleada.

"Creo en monseñor, creo en su santidad, creo que puede ser esa figura de reconciliación, pero aquí hay gente que nunca lo ha querido y nunca lo van a querer" - Teo Santana, de 52 años, empleado en una empresa privada.


"Tenemos que dejar de hacer un uso político de la figura" de monseñor Romero porque mientras eso suceda será un elemento "divisor en vez de unificador. (La beatificación será) la primera gota para llenar el vaso de la unificación" - Gerardo Muyshdont, autor de una trilogía de documentales llamados "El Salvador: Archivos perdidos del Conflicto" (1980-1992).

"Hay un terremoto espiritual, gente que incluso financió su muerte está ahora rectificando, está acercándose a nosotros, ha ido a la tumba a pedir perdón o al hospitalito a pedir perdón. Se da cuenta que lo juzgó sin conocerlo, sin escuchar nunca sus homilías; lo juzgó y se alegró por su muerte" - Monseñor Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador.

San Romero de América

Un beato nuestro, un beato para la unión

Este mensaje claro y contundente fue ampliamente desarrollado por el cardenal Angelo Amato, no solo durante la homilía sino también durante la postulación de Romero

Luego de haber sido erigido como beato, el obispo mártir, Oscar Arnulfo Romero, durante la homilía dicha por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la congregación para la causa de los santos, y enviado del papa Francisco, se destaco dos ideas que una y otra vez se ha dicho, se trata de un beato "nuestro", de la iglesia, de los hombres y mujeres de buena voluntad; y dos, se trata de un creyente, de un pastor, ahora de un beato, signo de unidad no de división.


Este mensaje claro y contundente fue ampliamente desarrollado por el cardenal Amato, no solo durante la homilía sino también durante la postulación de Romero; y Amato lo sabe muy bien no porque haya vivido en nuestro El Salvador en los años dramáticos de los últimos 30 años del siglo pasado (cuando fue asesinado Romero) sino porque el llevó directamente la causa de la beatificación y por lo tanto le tocó conocer a fondo no solo el pensamiento sino la obra del ahora beato; conocer la situación del país y los distintas posiciones de los actores sociales y políticos enfrentados muchas veces por posiciones ideológicos y políticas.

Es más, tal como lo ha señalado los distintos sacerdotes que estuvieron pendiente de las gestiones de beatificación como lo son los monseñores Jesús Delgado y Rafael Urrutia, las posiciones políticas de algunos atrasaban el proceso de beatificación.

En este sentido cuando el cardenal Amato habla de un "beato nuestro" se refiere a un pastor que tiene como horizonte la iglesia y como misión "amar a los pobres" no por una decisión ideológica sino como una "exigencia evangélica".

Más allá de las posiciones políticas o ideológicas que marcan la polarización en la sociedad salvadoreña, esta la fe y la práctica evangélica de un creyente como lo fue Romero; cuestión que se convierte en un modelo para la iglesia.

Es más, el cardenal Amato explicó con gran claridad y contundencia que el "martirio no fue improvisado y se fue preparando con el tiempo", sí cuando el ahora beato se compromete con el evangelio, con la vida de la iglesia y desde esa perspectiva busca anunciar la Palabra de Dios, sin importar que esto molestara a uno u otros, incluso a los sectores cegados por el odio que le quitaron su vida.

Y sí se trata de un beato, un obispo mártir de la Iglesia, su mensaje, su modelo a seguir, es para buscar la unidad y no la discordia.

Incluso, durante las palabras del Papa Francisco, que dirigió una carta a la iglesia salvadoreña, leída al finalizar la eucaristía, señala de manera directa a "convertirse en levadura de reconciliación, al respeto a la vida y la concordia.... renunciar a la espada de la violencia...." como lo hizo Romero, en momentos difíciles y complicados como ocurrió en los años setenta y ochenta del siglo XX.


"Es momento de una reconciliación nacional" dice el mensaje del papa leído por el sacerdote Rafael Urrutia, mensaje que también explicó ampliamente el cardenal Amato durante su homilía.

Sentir con la iglesia.... sentir con Romero, fueron las últimas palabras que el cardenal Amato dijo al finalizar la eucaristía al insistir que el amor debe dejar de lado y atrás la violencia....

Ciudad Barrios Cuna del Mártir

Ubicación Geográfica: Se sitúa en el departamento de San Miguel, en la zona oriental, a 160 km al oriente de la capital, San Salvador.

El municipio tiene una extensión territorial de 68 km² y una población es de 24,817 habitantes, La principal actividad económica del municipio es el cultivo y beneficio del café, además del comercio de ganado vacuno y la producción artesanal de productos lácteos. La población de la ciudad, mayoritariamente católica celebra sus fiestas patronales en honor al san Pedro Apóstol en el mes de junio.
(Parque Central de Ciudad Barrios, San Miguel)

Orígenes y Etimología 
Esta ciudad salvadoreña se llamaba antiguamente Cacahuatique y sus orígenes se remontan a la época precolombina de nuestra historia, pues era ya uno de los pueblos lencas que existían en la regiónultra-lempina oriental a la llegada de los conquistadores españoles. Cacahuatique, en idioma poton, significa "cerro de las huertas de cacao".

Historia Colonial
En los comedios del siglo XVI Cacahuatique tenía una población de 600 almas. En 1711 se le extendió el título de sus ejidos. En 1740 San Pedro Cacahuatique era habitado por unos 95 indígenas agrupados en 19 familias, según el alcalde mayor de San Salvador don Manuel de Gálvez Corral. Como pueblo anejo de la parroquia de Ozicala figura en 1770 y conforme al arzobispo Pedro Cortés y Larraz su población era de 166 habitantes repartidos en 34 familias. En 1786 ingresó en el partido de San Miguel. Desde el 12 de junio de 1824 forma parte del departamento de San Miguel.

Título de Villa
Durante la administración del doctor Rafael Zaldívar y teniéndose en cuenta el notable progreso y aumento de población alcanzado por el pueblo de Cacahuatique, el Poder Legislativo, con fecha 8 de febrero de 1883, le confirió el título de villa. Su población en 1890 era de 2.310 habitantes.

Sucesos Posteriores
El antiguo pueblo de Belén, hoy cantón a 4 k. al Oeste" fue fundado en el lapso de 1827 a 1841 en el distrito de San Miguel, a cuya jurisdicción perteneció hasta el 14 de julio de 1875, fecha en que se incorporó en el distrito de Chinameca. En 1890 tenía una población de 910 habitantes y por Decreto Legislativo de 10 de abril de 1905 se extinguió este municipio, incorporándose como cantón a la villa de Cacahuatique. En la misma fecha se extinguió el municipio de San Antonio, que se incorporó como cantón a la expresada villa, pero por Ley de 21 de abril de 1906 San Antonio se erigió nuevamente en pueblo.

(Parroquia Ciudad Barrios San Miguel)

Título de Ciudad y Cambio de Nombre 
Ejerciendo la primera magistratura don Carlos Meléndez y "en honor a la memoria del Benemérito Capitán General Gerardo Barrios", quien en las inmediaciones de Cacahuatique formó una de las primeras y mejores fincas de cafetos, el Poder Ejecutivo emitió un decreto, el 21 de abril de 1913, en virtud del cual se otorgó a esta población el título de ciudad y se le cambió su nombre vernáculo por el de Ciudad Barrios.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero - Biografía

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez; Ciudad Barrios, 1917 - San Salvador, 1980 Arzobispo salvadoreño. Formado en Roma, inició su carrera eclesiástica como párroco de gran actividad pastoral, aunque opuesto a las nuevas disposiciones del Concilio Vaticano II. En 1970 fue nombrado obispo auxiliar de El Salvador, y en 1974 obispo de Santiago de María.


(Monseñor Romero con Jóvenes de la Ciudad de San Miguel)

En esta sede comenzó a aproximarse a la difícil situación política de su país, donde desde hacía décadas gobernaba el Ejército. Se implicó de lleno en la cuestión una vez nombrado arzobispo de El Salvador en 1977. Sus reiteradas denuncias de la violencia militar y revolucionaria, que llegaba hasta el asesinato de sacerdotes, le dieron un importante prestigio internacional. Ello no impidió que, al día siguiente de pronunciar una homilía en que pedía a los soldados no matar, fuese asesinado a tiros en el altar de su catedral.

Era hijo de Santos Romero y Guadalupe Galdámez, ambos mestizos; su padre fue de profesión telegrafista. Estudió primero con claretianos, y luego ingresó muy joven en el Seminario Menor de San Miguel, capital del departamento homónimo. De allí pasó en 1937 al Colegio Pío Latino Americano de Roma, donde se formó con jesuitas. En Roma, aunque no llegó a licenciarse en Teología, se ordenó sacerdote (1942).

El año siguiente, una vez vuelto a El Salvador, fue nombrado párroco del pequeño lugar de Anamorós (departamento de La Unión), y luego párroco de la iglesia de Santo Domingo y encargado de la iglesia de San Francisco (diócesis de San Miguel). Trabajador y tradicionalista, solía dedicarse a atender a pobres y niños huérfanos. En 1967 fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), estableciendo su despacho en el Seminario de San José de la Montaña que, dirigido por jesuitas, era sede de la CEDES. Tres años después el papa Pablo VI lo ordenó obispo auxiliar de El Salvador.

Crítico por entonces de las nuevas vías abiertas por el Concilio Vaticano II (1962-1965), Monseñor Romero no tuvo buenas relaciones con el arzobispo Chávez y González, ni tampoco con un segundo obispo auxiliar, Arturo Rivera y Damas. Movido por aquella postura, cambió la línea del semanario Orientación (que desde entonces disminuyó notablemente su difusión). También atacó, sin demasiado efecto, al Externado de San José y a la Universidad Centroamericana (UCA), instituciones educativas dirigidas por jesuitas y, finalmente, a los propios jesuitas, contribuyendo a apartarlos en 1972 de la formación de seminaristas (sustituidos por sacerdotes diocesanos y nombrado él mismo Rector, el Seminario debió cerrar medio año después).

A pesar de esta serie de fracasos, gozaba del apoyo del Nuncio Apostólico de Roma, y fue nombrado obispo de Santiago de María en 1974. De gran dedicación pastoral, promovió asociaciones y movimientos espirituales, predicaba todos los domingos en la catedral, y visitaba a los campesinos más pobres. Bien visto por ello entre los sacerdotes de su diócesis, se le reprochó cierta falta de organización y de individualismo. En 1975, el asesinato de varios campesinos (que regresaban de un acto religioso) por la Guardia Nacional le hizo atender por primera vez a la grave situación política del país.

Así, cuando el 8 de febrero de 1977 fue designado arzobispo de El Salvador, las sucesivas expulsiones y muertes de sacerdotes y laicos (especialmente la del sacerdote Rutilio Grande) lo convencieron de la inocuidad del gobierno militar del coronel Arturo Armando Molina. Monseñor Romero pidió al Presidente una investigación, excomulgó a los culpables, celebró una misa única el 20 de marzo (asistieron cien mil personas) y decidió no acudir a ninguna reunión con el Gobierno hasta que no se aclarase el asesinato (así lo hizo en la toma de posesión del presidente Carlos Humberto Romero del 2 de julio). Asimismo, promovió la creación de un "Comité Permanente para velar por la situación de los derechos humanos".

El Nuncio le llamó al orden, pero él marchó en abril a Roma para informar al Papa, que se mostró favorable. En El Salvador, el presidente endureció la represión contra la Iglesia (acusaciones a los jesuitas, nuevas expulsiones y asesinatos, atentados y amenazas de cierre a medios de comunicación eclesiásticos). En sus homilías dominicales en la catedral y en sus frecuentes visitas a distintas poblaciones, Monseñor Romero condenó repetidamente los violentos atropellos a la Iglesia y a la sociedad salvadoreña.

(Monseñor Romero antes de oficiar una homilia en San Salvador)

En junio de 1978 volvió a Roma y, como la vez anterior, fue reconvenido por algunos cardenales y apoyado por Pablo VI. Continuó, pues, con idéntica actitud de denuncia, ganándose la animadversión del gobierno salvadoreño y la admiración internacional. La Universidad de Georgetown (EE.UU.) y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) le concedieron el doctorado honoris causa (1978 y 1980 respectivamente), algunos miembros del Parlamento británico le propusieron para el Premio Nobel de la Paz de 1979, y recibió en 1980 el "Premio Paz", de manos de la luterana Acción Ecuménica de Suecia.

Aunque no hay certezas al respecto, se ha afirmado que el 8 de octubre de 1979 recibió la visita de los coroneles Adolfo Arnoldo Majano Ramos y Jaime Abdul Gutiérrez, quienes le comunicaron (también al embajador de Estados Unidos) su intención de dar un golpe de estado sin derramamiento de sangre; llevado a efecto el 15 de octubre, Monseñor Romero dio públicamente su apoyo al mismo, dado que prometía acabar con la injusticia anterior. En enero de 1980 hizo otra visita más a Roma (la última había sido en mayo de 1979), ahora recibido por Juan Pablo II, que le escuchó largamente y le animó a continuar con su labor pacificadora.

Insatisfecho por la actuación de la nueva Junta de Gobierno, intensificó los llamamientos a todas las fuerzas políticas, económicas y sociales del país, la Junta y el ejército, los propietarios, las organizaciones populares, sus sacerdotes e incluso a los grupos terroristas para colaborar en la reconstrucción de El Salvador y organizar un sistema verdaderamente democrático. El 17 de febrero de 1980 escribió una larga carta al presidente estadounidense Jimmy Carter, pidiéndole que cancelase toda ayuda militar, pues fortalecía un poder opresor.

(Jóvenes cargando mural de Monseñor Romero)


Finalmente, el 23 de marzo, Domingo de Ramos, Monseñor Romero pronunció en la catedral una valiente homilía dirigida al Ejército y la Policía. Al día siguiente, hacia las seis y media de la tarde, durante la celebración de una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, fue asesinado en el mismo altar por un francotirador. Se atribuyó el crimen a grupos de ultraderecha, afirmándose que la orden de disparar habría sido dada por el antiguo Mayor Roberto D'Aubuisson (uno de los fundadores, posteriormente, del partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA); sin embargo, no se detuvo a nadie y todavía en la actualidad permanecen sin identificación y castigo los culpables.